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Memorias de Robert Fisk

«El País»:http://www.elpais.es/articulo/elpdompor/20060115elpdmgpor_1/Tes/encuentros/Bin/Laden publica un interesante artículo de «Robert Fisk»:http://www.robert-fisk.com/ donde recuerda sus encuentros con Bin Laden. Muy recomendable.

«La última vez que hablé con Bin Laden, en un campamento guerrillero en lo alto de una montaña afgana —construido por la CIA durante la guerra contra la URSS—, estaba poseído por la necesidad de luchar contra EE UU. Cuando hablaba, los seguidores de Al Qaeda presentes en nuestra tienda bebían cada palabra como si se tratara de un mesías. «Creemos que nuestra lucha contra América será mucho más sencilla que contra la Unión Soviética», declaró. «Desde esta montaña deshicimos el Ejército ruso y destruimos la URSS. Y pido a Dios que nos permita convertir a Estados Unidos en una sombra de sí mismo».
Ha llegado el momento de avanzar deprisa en mi vídeo mental. Es el 11 de septiembre de 2001. Estoy volando de Europa a EE UU cuando, a través del teléfono por satélite del avión, me cuentan desde The Independent en Londres que unos secuestradores han estrellado cuatro aviones de pasajeros en EE UU, dos de ellos contra el World Trade Center de Nueva York. En nuestro avión no sabemos de dónde procedían los aparatos fatídicos. ¿De África, o de Latinoamérica, o de Europa, como nosotros? El sobrecargo y yo nos paseamos en busca de pasajeros cuyo aspecto no nos agradara. Yo tomé nota de los números de asiento de 13 personas, dos de ellas en clase preferente. Y no tardé más que unos minutos en darme cuenta de lo que significaba aquello. Todos los que no me habían gustado eran musulmanes. Estaban leyendo el Corán, o daban vueltas en la mano a unas cuentas, o tenían barba, o me miraban con suspicacia porque yo les miraba con suspicacia a ellos. Había clasificado a los pasajeros de mi avión por su raza. En sólo unos minutos, el sociable y liberal Robert Fisk se había vuelto racista. Lo cual me hizo llegar a la conclusión de que uno de los propósitos de Bin Laden era, no causar la división entre los musulmanes y Occidente, sino entre inocente e inocente y, de esa forma, hacernos culpables a todos.
De nuevo en Europa —EE UU cerró su espacio aéreo—, fui a mi hotel y encendí la televisión; las Torres Gemelas caían una y otra vez, en aquella epopeya bíblica de humo, polvo y niebla. Y entonces me acordé de mi último encuentro con Bin Laden y de sus últimas palabras. En las imágenes del televisor, Nueva York era verdaderamente «una sombra de sí misma». Las imágenes eran el mensaje y el acto era el mensaje, igual que los atentados de Bali, Madrid y Londres serían mensajes de los que nadie se responsabilizaría.»

1 comentario en «Memorias de Robert Fisk»

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