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¡Bien por la iglesia!

¿Cómo? ¿Está fumao? ¿Se ha convertido de repente? ¿Ha visto la luz?
No my friends. No. Lo que pasa es que me he leído la instrucción pastoral de la conferencia episcopal titulada «Teología y secularización en España. A los cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II», y no puedo estar más contento.
Si los pocos jóvenes españoles que aún dicen ser católicos querían una demostración fehaciente de que la iglesia católica vive en la edad media, aquí la tienen, y hasta en PDF.
Dicen los obispos:

«c) Moral de la sexualidad y de la vida
61. Consecuencia inmediata de la dignidad de la persona humana revelada en Cristo es la dignidad intangible de la sexualidad. En un contexto marcado por un exasperado pansexualismo, el auténtico significado de la sexualidad humana queda muchas veces desfigurado, controvertido y contestado, cuando no pervertido. Es necesario que superemos la tentación de resolver «los viejos y nuevos problemas con respuestas que son más conformes a la sensibilidad y las experiencias del mundo que a la mente de Cristo (cf. 1 Cor 2, 16)». La sexualidad está inscrita en el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, varón y mujer, que se debe entender desde la vocación de la persona al amor, y así, mediante la virtud de la castidad se logra la integración de la sexualidad en la persona.
62. La dignidad de la vida humana exige que su transmisión se dé en el ámbito del amor conyugal, de manera que aquellos métodos que pretendan sustituir y no simplemente ayudar a la intervención de los cónyuges en la procreación, no son admisibles. Si se separa la finalidad unitiva de la procreadora, se falsea la imagen del ser humano, dotado de alma y cuerpo, y se degradan los actos de amor verdadero, capaces de expresar la caridad conyugal que une a los esposos. La consecuencia es que una regulación moralmente correcta de la natalidad no puede recurrir a métodos contraceptivos.
63. A la luz de estos principios sobre la sexualidad se entiende el motivo por el que la Iglesia también considera «pecados gravemente contrarios a la castidad… la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales». La enseñanza cristiana sobre la sexualidad no permite banalizar estas cuestiones ni considerar las relaciones sexuales un «mero juego de placer. La banalización de la sexualidad conlleva la banalización de la persona». El uso de las facultades sexuales adquiere su verdadero significado y su honestidad moral en el matrimonio legítimo e indisoluble de un hombre con una mujer, abierto a la vida, que es el fundamento de la sociedad y el lugar natural para la educación de los hijos. Los ataques al matrimonio que con frecuencia presenciamos no dejarán de tener consecuencias graves para la misma sociedad.
64. No podemos olvidar tampoco que la vida humana se inicia en la concepción y tiene su fin en la muerte natural. El aborto y la eutanasia son acciones gravemente desordenadas, lesivas de la dignidad humana y opuestas a las enseñanzas de Cristo. La Iglesia es consciente que estas cuestiones deben ser explicadas a la comunidad cristiana, asediada constantemente por la mentalidad hedonista propia de la cultura de la muerte. Tampoco podemos poner en duda que, desde el momento de la fecundación, existe verdadera y genuina vida humana, distinta de la de los progenitores; de modo que quebrar su desarrollo natural es un gravísimo atentado contra la misma. «El amor de Dios no hace diferencia entre el recién concebido, aún en el seno de su madre, y el niño o el joven o el hombre maduro o el anciano. No hace diferencia, porque en cada uno de ellos ve la huella de su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 26)». Es contrario a la enseñanza de la Iglesia sostener que hasta la anidación del óvulo fecundado no se pueda hablar de “vida humana”, estableciendo, así, una ruptura en el orden de la dignidad humana entre el embrión y el mal llamado “pre-embrión”. De manera análoga, nadie tiene potestad para eliminar una vida inocente, ni siquiera cuando se encuentra en estado terminal. Debemos recordar a los fieles que es lícito, incluso bueno, evitar «ciertas intervenciones médicas ya no adecuadas a la situación real del enfermo, por ser desproporcionadas a los resultados que se podrían esperar o, bien, por ser demasiado gravosas para él o su familia», aunque esto suponga que se acorte su esperanza vital. Lo cual es muy distinto de llevar a cabo intervenciones cuya intención directa es eliminar la vida de la persona enferma o anciana.
d) Moral social
65. En esta hora tiene especial urgencia que los fieles católicos recuerden la responsabilidad que tienen en su actividad pública y política. La imperante mentalidad laicista tiende a arrinconar las convicciones religiosas en la conciencia individual y a impedir que se manifiesten y que tengan repercusión pública. Es frecuente que se acepten de buen grado las obras de tipo asistencial y humanitarias de los cristianos, pero se rechacen cualesquiera otras manifestaciones de su fe, incluida la defensa de los valores humanos más elementales como son el derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural. Pretender que el católico hable y actúe en la vida pública conforme a sus convicciones no significa querer imponer la fe ni la práctica religiosa a los demás. Contribuimos al bien de todos aportando lo mejor que tenemos: la fe en Jesucristo Salvador, que no contradice la razón humana, sino que la eleva hacia una mejor comprensión del bien común y de la naturaleza de la sociedad. Quienes reivindican su condición de cristianos actuando en el orden político y social con propuestas que contradicen expresamente la enseñanza evangélica, custodiada y transmitida por la Iglesia, son causa grave de escándalo y se sitúan fuera de la comunión eclesial.
66. Los fieles deben defender y apoyar aquellas formaciones o actuaciones políticas que promuevan la dignidad de la persona humana y de la familia. En el caso de que no se pueda eliminar una ley negativa sobre estas materias, el fiel católico debe trabajar por minimizar los males que ocasione. En cuestiones más contingentes cabe un cierto pluralismo de opciones para los católicos. Pero cuando lo que está en juego es la dignidad de la persona humana –como hoy sucede con frecuencia–, el católico debe ofrecer el testimonio real de su fe manifestando un inequívoco rechazo a todo lo que ofende a la dignidad del ser humano. También las obras de carácter asistencial, que movidos por la caridad, impulsan los católicos, deben tener un perfil específico en el que Dios y Cristo no pueden quedar al margen, pues los cristianos sabemos que la raíz de todo sufrimiento es el alejamiento de Dios.»

Sigan así señores obispos, sigan. No van a hacer falta más ateos combatientes, que se combaten ustedes solos la mar de bien.

15 comentarios en «¡Bien por la iglesia!»

  1. No soy católico, ni pretendo defender a la iglesia, pero doy los datos acerca de la homosexualidad:
    Homosexualidad
    – Antes de Freud: La homosexualidad estaba considerada como una conducta pecaminosa. Se daba una repulsa general de la sociedad ante este tipo de comportamiento. En ocasiones, este rechazo se convertía en odio extremo.
    – Freud: (finales del s. XIX y principios del XX.) La homosexualidad pasa a considerarse como “enfermedad mental”. En este sentido, se anula la responsabilidad personal (la culpa la tiene mamá). Se habla de desarrollo psíquico retardado, de apego enfermizo por la madre, etc. Este punto de vista imperó en la comunidad siquiátrica hasta 1973.
    – Havelock Ellis: La homosexualidad se hereda y es señal de grandeza. (¡nació así!). Las teorías de este discípulo de Freud no tuvieron demasiado impacto, afectando tan sólo a un pequeño porcentaje de la población estudiantil y a algunos profesores.
    – Alfred Kinsey: Todos son potencialmente bisexuales. Basándose en unos estudios que son más propagandísticos que científicos, llegó a la conclusión de que el 37% de la población masculina había cometido cuando menos un acto homosexual y el 50% había respondido alguna vez en su vida a una motivación homosexual.
    ¿Qué dice la ciencia?
    Desde el principio la psiquiatría incluyó la inclinación homosexual entre las enfermedades que podían y debían ser tratadas. Richard von Kraft-Ebing, uno de los padres de la moderna psiquiatría, la consideró incluso como una enfermedad degenerativa en su Psychopatia Sexualis. Sigmund Freud incluyó la homosexualidad entre las “perversiones” o “aberraciones sexuales”, a semejanza que el fetichismo del cabello y el pie o las prácticas sádicas o masoquistas. Según este científico conocido como el padre de psicoanálisis, la homosexualidad es una manifestación de falta de desarrollo sexual y psicológico que se traducía en fijar a la persona en un comportamiento previo a la madurez heterosexual.
    En un sentido similar, e incluso con matices de mayor dureza, se pronunciaron también los otros grandes del psicoanálisis, como Alfred Adler y Jung. Los psicoanalistas posteriores no sólo no modificaron estos juicios sino que incluso los acentuaron a la vez que practicaban tratamientos considerados curativos contra la inclinación homosexual.
    En los años cuarenta, Sandor Rado sostuvo que la homosexualidad era un trastorno fóbico hacia las personas del sexo contrario, que debía ser tratada como otras fobias. Bieber y otros psiquiatras, ya en los años sesenta, partiendo del análisis derivado de trabajar con un considerable número de pacientes homosexuales, afirmaron que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares patológicas durante el período edípico. Por esta razón el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) incluía la homosexualidad en el listado de desórdenes mentales.
    El esfuerzo del colectivo gay en su afán por demostrar que ellos son un tercer sexo, es antiguo y ya lo sostenía en 1899 un investigador alemán, afirmando que era una característica congénita, y que “nacían de esta forma”. Intentan asentar la idea de que no se trata de personas heterosexuales con problemas de comportamiento, sino que el homosexual se comporta así porque esa es su forma natural de hacerlo, y que intentar cambiar esa orientación sexual significa ir contra su naturaleza, y ponen como ejemplo a las personas zurdas. Así su presión sobre la comunidad científica ha sido incesante, aunque ha decrecido algo en los últimos tiempos, en la medida en que su esperanza de obtener científicamente la prueba definitiva para sus posturas se ha visto defraudada una y otra vez, y que sus objetivos se pueden alcanzar social y políticamente sin necesidad de tal prueba.
    Pero el mundo científico ha estudiado en los últimos años intensamente esta cuestión. Se han hecho análisis, mediciones, estudios estadísticos, etc. Se ha estudiado de un área del cerebro conocida como INAH-3, el comportamiento de gemelos idénticos, no-idénticos, otros hermanos biológicos, incluso adoptados.
    La falta de resultado a favor de sus pretensiones ha hecho que en la actualidad hasta organizaciones pro gay, y algunos activistas destacados reconozcan que la homosexualidad no ha encontrado en la biología ningún apoyo para el origen natural.
    Con todo ese trabajo realizado hasta ahora se puede afirmar que las pruebas hasta el día de hoy han determinado que no existe ningún gen que determine un comportamiento homosexual. El Dr. Socarides, que es el científico que más ha estudiado el comportamiento gay en el campo de la psiquiatría, y que los gays consideran su bestia negra, ha afirmado que se trata de una cuestión patológica (es decir de una enfermedad psíquica), un desorden, que se origina en la etapa pre-adolescente de algunas personas. Y por lo tanto dentro de las enfermedades que pueden y deben ser tratadas.
    Pero el hecho de que ser homosexual no sea un accidente natural y genético, no quiere decir que el homosexual siempre lo sea por vicio, degeneración ó decisión voluntaria. Es un error considerar que se trata de forma general de personas que en un momento determinado deciden ser homosexuales, aunque también los haya de esta clase. Hay un abanico de factores primordiales que influyen en algunas personas para que tengan esa inclinación. Los estudios señalan a toda una serie de conflictos y circunstancias que suelen tener lugar durante la infancia y que inclinan a las personas hacia la homosexualidad en un intento muchas veces inconsciente de encontrar alivio ó escape a sus heridas emocionales, y que se suelen manifestar en la alta adolescencia y en la etapa juvenil. Ahora bien, si alguien en un momento de su vida, siente que tiene una inclinación sexual homosexual, también puede tomar decisiones personales para variar ó cambiar esa tendencia y comportamiento, (lo cual, como veremos, ni es tan fácil, rápido y radical como tomar la decisión y alcanzarlo), ó puede aceptarlo y asumir su vida con la disposición de que ese es el tipo de vida que realmente desea vivir.
    ¿Qué factores pueden influir en una persona para tener una inclinación homosexual?
    Realmente se pueden combinar un amplio abanico de circunstancias y la respuesta que la personalidad individual e irrepetible de cada persona responda a cada una y al conjunto de ellas. Cada persona, aun viviendo las mismas experiencias, recibiendo los mismos mensajes, la misma situación familiar, es irrepetible en el desarrollo de su comportamiento, porque el desarrollo de la personalidad tiene en cuenta todos esos elementos externos junto a un buen número de reacciones internas (pensamientos, análisis, posturas y decisiones) que son irrepetibles en su conjunto.
    Estas condiciones, como hemos dicho, generalmente se inician en la infancia, pero casi nunca se manifiestan antes de la adolescencia media. El doctor Richard P. Fitzgibbons, MD en psicología y psiquiatría, experto en el tratamiento específico de la homosexualidad durante muchos años y miembro de la NARTH, (Asociación Nacional –de EEUU- para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad), en su trabajo “Los orígenes y curación de atracciones y comportamientos homosexuales” describe las siguientes causas:
    1.-Soledad y tristeza. – En el pasado, cuando los matrimonios tenían una mayor estabilidad, la causa más frecuente de la tristeza que conducía a la homosexualidad era el rechazo, durante la infancia y la adolescencia, por parte de sus compañeros, con motivo de sus limitadas aptitudes atléticas. En las chicas, un físico poco atractivo. Pero actualmente, el fracaso matrimonial y familiar, ocupa un lugar importante, cuando los niños y adolescentes viven separados de sus padres y viven a la vez los problemas de ellos. Cuanto más temprano es el abandono paterno, mayor es la posibilidad de desarrollar inclinaciones homosexuales.
    Cuando no se satisface la necesidad de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un vacío interior comúnmente llamado «hambre de padre».
    En un intento por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el confort de ser abrazados por otro hombre. Dentro de estos, son mas vulnerables aquellos que muestran unas actitudes atléticas limitadas y que fueron rechazados por sus compañeros. También, en algunos chicos especialmente sensibles, un continuo maltrato por parte de sus hermanos mayores produce una soledad interior que puede llevarlos a sentir inclinaciones homosexuales.
    La falta de cariño, afecto y ánimo de una madre también puede producir un vacío y una terrible tristeza. Algunas chicas intentan llenar ese vacío del amor materno por medio del comportamiento homosexual. Esta «soledad sin madre» no se observa tan a menudo como la «soledad sin padre», porque las madres generalmente tienen una relación mucho más próxima a sus hijos que los padres.
    2. Inadaptación y falta de autoestima.- La homosexualidad también puede ser el resultado de fuertes sentimientos de inseguridad. La desconfianza en sí mismo que suscita el rechazo de padres, compañeros, hermanos u otras personas importantes en las cuales se ha depositado la confianza. En un intento inconsciente de deshacer una historia de rechazos, la persona busca reafirmarse y ser aceptado por miembros del mismo sexo.
    La autoestima se basa principalmente en la aceptación de un modelo de conducta en la primera infancia, el niño del modelo de su padre y la niña el de su madre.
    Aunque el amor de una madre aunque es esencial para los niños varones, no es tan importante como el amor y la afirmación del padre para la formación de una sana identidad masculina. Muchos de los que sufren inclinaciones homosexuales crecieron de niños pensando que nunca podrían ser del agrado de sus padres. Los hermanos mayores también juegan un papel importante en la formación de una positiva identidad masculina en la infancia.
    Los rechazos y humillaciones en estas relaciones pueden producir un serio debilitamiento de la autoestima masculina.
    Sin embargo, las desilusiones más comunes de la vida infantil que producen inclinaciones homosexuales son el resultado de los rechazos por parte de amigos a causa de una deficiente coordinación psicomotriz y atlética. Los niños que no son buenos atletas son a menudo víctimas del rechazo y del ridículo por los otros niños.
    Frecuentemente reciben apelativos femeninos y les llegan a decir que corren o juegan como una niña. A medida que estos rechazos continúan año tras año, estos chicos se sienten cada vez más inadecuados, confusos, solos y débiles. El maltrato por parte de compañeros produce en ellos una imagen muy deficiente de su cuerpo y de su masculinidad. Y sienten una inclinación interna hacia otros adolescentes fuertes y atléticos. Entre los 50 y 60, se realizó un estudio en Nueva York con 500 varones que se consideraban homosexuales. El estudio desveló que más de un 90% de ellos tenía problemas de coordinación atlética y que de pequeños fueron objeto de humillación por parte de sus compañeros. Muchos contaron que no sólo se sentían fracasados como varones porque no eran buenos en el deporte o porque no les gustaba, sino que también sentían que habían desilusionado a sus padres, quienes – bajo su opinión – esperaban de ellos que fueran buenos atletas.
    Estos conflictos básicos de una baja autoestima se manifiestan de diferentes maneras en los varones que tienen inclinaciones homosexuales. Entre estos: la atracción obsesiva hacia hombres atléticos y musculosos; ó la necesidad de actuar agresivamente; la necesidad compulsiva de aumentar la musculatura corporal; ó un profundo sentimiento de no ser queridos.
    3. Desconfianza y miedo.- Otro factor importante en el desarrollo de la homosexualidad es el miedo a ser vulnerable en las relaciones heterosexuales. Esta incapacidad de sentirse seguro amando a alguien del sexo opuesto es normalmente inconsciente y en la mayoría de ocasiones tiene su origen en experiencias traumáticas vividas en el hogar. En el caso de los varones, puede ser la consecuencia de haber tenido una madre demasiado controladora, enojadiza y crítica, poco afectiva y fría, narcisista e insensible, muy desconfiada, adicta o enferma. En el caso de las chicas, el miedo de confiar en cualquier varón en una relación amorosa puede surgir de haber tenido un padre muy enfadadizo, rechazador y distante, insensible hacia su madre, abusivo, duro, egoísta, adicto o falto de afecto. Actualmente, el abandono recibido de un padre a causa del divorcio es una de las mayores fuentes de desconfianza que muchas chicas experimentan hacia los chicos. Estas chicas desarrollan una fobia inconsciente de ser heridas como vieron que lo fueron sus madres. Como resultado, durante un tiempo se sienten seguras sólo con el amor consolador de otra mujer, a las que ven más fieles que los varones.
    También la desconfianza y el miedo a un compromiso total, como lo es el matrimonio, son extremadamente comunes en los que sufren inclinaciones homosexuales. Una simple relación promiscua sin fidelidad a nadie es hoy en día una de las manifestaciones más significativas del miedo al compromiso.
    4. Narcisismo. – El narcisismo o egoísmo extremo es otro de los causantes importantes de la homosexualidad. El narcisismo tiene varios aspectos atractivos para el que lo padece, como el no tener que comprometerse con otra persona en el matrimonio o no tener que asumir las responsabilidades de padre. El narcisista quiere permanecer infantilmente con obligaciones mínimas en sus relaciones interpersonales y con pocas limitaciones en la búsqueda del placer.
    El hedonismo caracteriza a muchos de los que practican la homosexualidad.
    5. Traumas sexuales durante la infancia.- Un buen número de varones que fueron violados o maltratados sexualmente en su infancia desarrollan una confusión con respecto a su identidad masculina. Al igual que otras víctimas de violación, piensan que de alguna manera ellos provocaron el abuso. Durante la adolescencia, su relación con las muchachas está limitada por la vergüenza de lo que han vivido y porque creen de que ninguna chica podría quererles si conociesen sus experiencias sexuales anteriores.
    6. Rebeldía y rechazo propio.- El tipo de enfado que más induce la homosexualidad es el enfado consigo mismo. Como resultado de un continuo rechazo por parte de sus compañeros, muchos niños adquieren un intenso disgusto hacia sus propios cuerpos, pensando que éstos son débiles, poco atractivos y poco masculinos. Se sienten tan incómodos con su físico que pasan muchísimo tiempo fantaseando sobre cómo escapar de su cuerpo y entrar en el cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son jóvenes e inducir hacia una fuerte atracción física por otros del mismo sexo.
    En muchos homosexuales, la conducta autodestructiva, peligrosa, adictiva y sadomasoquista nace de un intenso disgusto hacia uno mismo. El enfado consigo mismo es también una de las causas por las que el varón decide vestirse como una mujer. Finalmente, el colmo de la aversión hacia uno mismo y hacia el propio cuerpo se puede observar en aquellos que se someten a cirugía para cambiar de sexo, aunque algunos lo hacen para conseguir un cuerpo operativo que le permita practicar la homosexualidad.
    En un grupo reducido de personas, la homosexualidad se origina en una «necesidad» de rebelarse fuertemente contra sus padres, su familia, sus compañeros o la religión. La conducta homosexual que es inducida por la rebeldía se observa en aquellos cuyos padres del sexo opuesto eran muy controladores, emocionalmente insensibles, físicamente abusivos o profundamente narcisistas.
    Al igual que a otra gente enfadada, esa rebelión les produce cierto placer. A algunos de ellos les encanta que sus madres sepan que su estilo de vida es el rechazo extremo de un amor femenino o (en el caso de las lesbianas) como sus padres comprueban que no sienten necesidad del amor masculino. También sienten placer escandalizando a sus padres con su conducta. El enfado excesivo también se manifiesta en otros aspectos de la vida homosexual. El más notable es el enfado agresivo-pasivo, que consiste en un silencioso desahogo de hostilidad mientras se pretende no estar enfadado y se manifiesta, por ejemplo, en no informar al compañero sexual de que se es portador del virus que causa del SIDA. Estas personas a menudo sienten que porque ellos tienen que sufrir, otros también deben hacerlo. Por último, se observa también un intenso enojo en los homosexuales dentro de los medios de comunicación social, en la educación, en la salud o en la política, cuando intentan obligar al resto de la sociedad a que acepte la homosexualidad.
    Podríamos mencionar mas causas de las que los estudios estadísticos arrojan porcentajes comunes significativos, pero esto es un estudio no una asignatura de psicología, y son suficientes para que nos hagamos una idea del origen de estos trastornos de personalidad.
    La Homosexualidad se puede superar.-
    a) Está reconocido por líderes del propio movimiento homosexual, aunque eso sí, añaden enseguida que no lo aconsejan porque se agrava un conflicto interno, ya que muchos se siguen sintiendo atraídos por las personas de su mismo sexo, y por esta razón que algunos recaen esporádicamente en relaciones homosexuales.
    b) La ciencia dice y demuestra que es posible, con la terapia y ayuda necesaria, trabajando en las áreas heridas de la personalidad de la persona que provocaron la aparición del trastorno. Dicen que el porcentaje de éxito es alto, cuando el paciente pone su voluntad y colaboración decidida en obtener los resultados del tratamiento.
    Y que el fracaso en esta área, como en otras que tiene a una modificación de la conducta como objetivo, se debe a la falta de voluntad ó perseverancia, que en muchos casos tiene su origen en los mensajes que sus antiguos compañeros ó los colectivos homosexuales les hacen llegar para que desista.
    El mito del 10%
    Los colectivos homosexuales han conseguido que una estadística absolutamente falsa sea considerada popularmente como auténtica. Es la que afirma que el 10% de la población es homosexual. Es decir que, por ejemplo en España, un país con 40 millones de habitantes, resultaría haber unos 4 millones de homosexuales. Y si nos atenemos a las apariciones en televisión ciertamente sería para creerlo. Pero parece que a nadie le interesa publicar estadísticas médicas reales.
    No interesa al colectivo homosexual porque rebaja sus pretensiones de fuerza social y presión política al servicio de sus intereses. Tampoco a los medios de comunicación y mucho menos a los políticos porque están seguros de que van a recibir las criticas y los insultos de este colectivo arropado por cuantas asociaciones antisistema y antisociales tienen capacidad de movilizarse en contra de ellos.
    Pero, ¿Cuántos individuos son homosexuales en nuestra sociedad?
    Para tratar este asunto con rigor, es necesario distinguir entre lo que es una conducta homosexual con el hecho de haber tenido alguna experiencia homosexual.
    Por ejemplo, en las cárceles, en los seminarios, en los conventos, en equipos y colectivos en los que las personas pasan mucho tiempo sin posibilidad de contacto con otras del sexo opuesto, la posibilidad de mantener relaciones homosexuales completas ó solo al nivel de caricias ó tocamientos, es muy alta. Pero eso no significa en absoluto que estas personas en un ámbito normal de existencia hubiesen ni siquiera pensado nunca en mantener un contacto de esa naturaleza.
    Luego están aquellas personas que buscan novedades y nuevas experiencias, y que en esa búsqueda han llegado a mantener algún contacto homosexual esporádico.
    Los estudios basados sobre encuestas realizadas con una importante cantidad de individuos, muestran que las personas con una conducta homosexual exclusiva, son menos del 1%. Por ejemplo, una de EEUU de 1988 con 50.000 entrevistas, mostró que el total entre los que son homosexuales y los que tuvieron algún contacto homosexual esporádico, en alguna ocasión en su vida, ya fuese por probar una experiencia ó por circunstancias anormales como las que hemos mencionado, alcanzan un valor total en torno al 3% para los varones, y de un 1,5% para las mujeres. En Francia, una encuesta de 1992, arrojó el resultado del 1,4% para los hombres y el 0,6 para las mujeres, que se declaraban homosexuales. Y la suma entre estos y los que reconocieron que en alguna ocasión mantuvieron algún contacto homosexual fue del 4,1% en los hombres y del 2,6% en las mujeres.
    Otra encuesta en EEUU realizada sobre 36.000 estudiantes que cursaban entre 7º y 12º curso, reveló que el 0,6% de los chicos y el 0,2% de las chicas se autodefinían como homosexuales; un 0,7% de los varones y el 0,8% de las chicas como bisexuales. No estaban seguros, el 10,1% de los chicos y el 11,3% de las chicas, lo cual es bastante normal dada la edad de los encuestados. En Canadá, entre 5.514 estudiantes universitarios de primer curso, el 98% se declaró heterosexual, el 1% homosexual y el 1% bisexual.
    Se puede afirmar que con un margen mínimo de error, solo se consideran homosexuales entre el 1 y el 1,5% de las personas sexualmente activas. Pero esta realidad desaparece en cuanto a su presencia e influencia social y en los medios de comunicación.
    El éxito en el mundo de la propaganda, no se corresponde con los avances que pretendían en la consideración científica de la conducta. Tanto es así que incluso, uno de los psiquiatras que más ayudaron en 1973 a los activistas gays, el doctor de la universidad de Columbia, Robert Spitzer, transcurrido el tiempo y 17 años después, en 1990, había cambiado su postura inicial al reconocer que la homosexualidad era un trastorno psíquico que podía ser curado con una terapia reparativa adecuada. Lo cual le ha valido la persecución de los activistas, entre otras cosas porque tuvo en consideración para sus conclusiones que muchos homosexuales habían cambiado su orientación sexual.
    Esto manifiesta que el éxito de la política de relaciones publicas y propaganda de los colectivos homosexuales ha sido grande, sobreponiéndola a los fracasos científicos, lo cual les ha llevado a plantear medidas sociales y políticas de gran envergadura. La práctica mayoría de la opinión pública está convencida de que la homosexualidad es una conducta natural y no una conducta desviada.
    Las demandas de los colectivos homosexuales.
    Vamos a tratar ahora algunas de las pretensiones que los homosexuales quieren conseguir (adelanto que éstas van en contra de la libertad de expresión y otras aberraciones):
    1) El cambio legal que permita mostrar en público su sexualidad. Incluyendo la pederastia. Aceptar en cualquier lugar y acto público cualquier restricción sobre la vestimenta ó la ausencia de ella.
    Las manifestaciones de los colectivos de homosexuales suelen estar adornadas con este tipo de imágenes y actitudes provocativas representadas en tono folklórico, que hablan bien a las claras de la seriedad de sus planteamientos.
    También suelen tener su presencia activa con pancartas, personajes y grupos que piden la legalización de la pederastia (la despenalización del abuso sexual por parte de mayores sobre niños y adolescentes). Esto en lugar de progreso, lo que significa es un retroceso moral de 24 siglos de historia, desarrollo, cultura y jurisprudencia social. Pero no solo eso, sino una aberración que habla claramente del trastorno mental que padecen los que pretenden que cualquiera pueda abusar sexualmente de un niño ó de una niña, como muchos de ellos lo fueron aun a pesar de la legislación que condena tales conductas, que traen como fruto, como hemos visto, traumas y frustraciones irreparables.
    2) Que las operaciones de cambio se sexo se financien con fondos públicos.
    Esta segunda cuestión, ya se está realizando en España en determinados hospitales. Hace poco salía en la televisión, el caso de un hombre que había cambiado su forma anatómica sexual por una de imitación femenina y, que transcurrido un tiempo reclamaba que le volvieran a cambiar a la masculina porque la vida que esperaba tener como “mujer” no había respondido a sus expectativas. Si la ciencia pretende ofertar el sexo de los niños a la medida de los deseos de sus padres mediante la manipulación genética, alguno se preguntará ¿por qué no va a cambiar luego el sexo del niño si no está de acuerdo con lo que sus padres eligieron sin consultarle a él? Algunos derroteros por los que la ciencia está caminando, ha entrado por la falta de escrúpulos de muchos científicos, por el amor al dinero de otros, pero sobre todo por la falta del referente ético y moral del que hemos hablado, a satisfacer el ego caprichoso y cambiante de cualquier individuo, mientras en el mundo todavía se muere de enfermedades e infecciones básicas.
    3) La prohibición legal de la libertad de expresión y opinión cuando esta condene ó se oponga a las relaciones homosexuales.
    Con todo, la pretensión más peligrosa, antisocial y antidemocrática, es el intento de prohibir la libertad de expresión, para acallar las voces que condenen estas políticas que se están desarrollando. Hasta ahora, los colectivos homosexuales se dedican a insultar, sabotear ó calificar de “homófobos” a cuantos se oponen a sus pretensiones. Me temo que estamos volviendo a los tiempos de la Inquisición, y debemos estar preparados. De este modo los homosexuales han logrado cambiado su rol y están pasando de perseguidos a perseguidores. La presión que se está ejerciendo en esta materia no tiene semejanza alguna con ninguna otra esfera ideológica de la sociedad, en la que la discrepancia, la condena y la enseñanza de posturas diferentes y alternativas se aplaude y fomenta con la etiqueta de pluralidad, libertad ó democracia.
    Antecedentes históricos de conducta homosexual.
    Si nos remontamos en la historia encontramos que en las antiguas civilizaciones del medio oriente existieron prácticas homosexuales tanto masculinas como femeninas que estaban relacionadas con celebraciones religiosas idolátricas. Algunas de ellas, en forma de prostitución tanto femenina como masculina.
    Pero uno de los engaños más extendidos, es la afirmación de que la homosexualidad ha sido aceptada en la historia de la humanidad, desde tiempos ancestrales, como una conducta normal sana equivalente en la consideración de la relación heterosexual. Algunos de los que propagan esta idea citan que, por ejemplo, era una práctica corriente en la Grecia Clásica.
    Pero los antropólogos declaran que esto solo ha sido cierto en sociedades muy concretas y cerradas y durante un breve período de tiempo, bajo condiciones muy determinadas, y que enseguida prevaleció la consideración de que era una conducta depravada y pervertida.
    Las leyes griegas prohibían la homosexualidad. Platón (Libro VIII de Las Leyes) escribió al respecto: ¿Quien en su sano juicio podría promulgar una ley que protegiese tal conducta? Y definió las relaciones homosexuales en su libro VIII, de Las Leyes como: “relaciones contra natura” (gr. para phisin).
    En Roma, también la homosexualidad estaba condenada por las leyes morales de Augusto, y su práctica se consideraba como una perversión.
    Pero además podemos afirmar que en ningún caso la homosexualidad tuvo a lo largo de la historia un planteamiento de desafío organizado y planificado como al que hoy estamos asistiendo.
    El sexo anal y el Sida
    El sexo anal (práctica muy común en los homosexuales), debido a la delicadeza de los tejidos del ano y la facilidad con la que se llagan, se considera la actividad sexual de más riesgo. Pero los condones se recomiendan también para el sexo anal.
    En términos de transmisión del VIH, se considera que el sexo oral (también una práctica común para los homosexuales) tiene menos riesgos que el vaginal o el anal. Sin embargo, la relativa falta de investigación definitiva sobre el tema, sumada a información pública de dudosa veracidad e influencias culturales, han llevado a que muchos crean, de forma incorrecta, que el sexo oral es seguro.
    Aunque el factor real de transmisión oral del VIH no se conoce aún, hay casos documentados de transmisión a través de sexo oral por inserción y por recepción (en hombres). Un estudio concluyó que 7.8% de hombres recientemente infectados en San Francisco probablemente obtuvieron el virus a través del sexo oral. Sin embargo, un estudio de hombres españoles que tuvieron sexo oral con compañeros VIH+ a sabiendas de ello no identificó ningún caso de transmisión oral. Parte de la razón por la cual esa evidencia es conflictiva es porque identificar los casos de transmisión oral es problemático. La mayoría de las personas VIH+ tuvieron otros tipos de actividad sexual antes de la infección, por lo cual se hace difícil o imposible aislar la transmisión oral. Factores como las úlceras bucales, etc., también son difíciles de aislar en la transmisión entre personas «sanas».
    Se recomienda usualmente no permitir el ingreso de semen o fluido pre-seminal en la boca. El uso de condones para el sexo oral (o protector dental para el cunnilingus) reduce aún más el riesgo potencial.
    Matrimonios homosexuales
    Los matrimonios entre homosexuales se pueden practicar ya como un derecho en un buen número de países de tradición cristiana como Dinamarca, Suecia, Bélgica, Canadá, Noruega, Holanda, España y cada día serán más.
    Pero no deja de ser sorprendente que en aquellos países que tienen dictaduras con ideologías marxistas, opuestos institucionalmente a la religión, (Cuba, China, Corea del Norte, etc.), no hayan permitido en sus países estas “conquistas sociales”, mientras que los partidos que promueven y defienden esas ideologías marxistas en las democracias occidentales son los abanderados de estas reclamaciones, y compañeros de pancarta y comunicado de los homosexuales.
    En países como Cuba ó China, y antes en la URSS sus satélites, los homosexuales eran y son marginados, encarcelados, llevados a campos de concentración y perseguidos.
    Un buen número de homosexuales aun están encarcelados actualmente en Cuba, por el hecho de serlo.
    En 1980, el régimen castrista expulsó desde Mariel hacia los EEUU un buen número de homosexuales junto con otra gran cantidad de enfermos que estaban recluidos en los psiquiátricos con diferentes dolencias mentales.
    Los homosexuales emplean una palabra de origen anglosajón que significa “alegre” o “festivo”. Éste es el significado de la palabra “gay”. Sin embargo, en realidad se sienten marginados y discriminados.
    Está de moda el cine sobre relaciones homosexuales amorosas (tanto entre hombres como mujeres). Son raras también las series televisivas en las que algún personaje no sea homosexual.
    Está de moda “homosexualizar” a personajes famosos ya muertos, como Shakespeare, Cervantes, Marlon Brando; incluso a personajes bíblicos, como el rey David y Jonatan, Ruth y su suegra Noemí, el apóstol Pablo de Tarso (el hecho de que en su epístola a los Corintios hable en contra de ésta conducta no les ha desalentado), e incluso, Jesucristo y su discípulo Juan.

  2. Es escandaloso que un grupo de hipócritas castrados virtuales como son los falsamente célibes curas, que se masturban como cualquier hijo de vecino, pero prohiben la masturbación, que tienen relaciones sexuales de diversas tendencias, pero hablan de castidad, que por la mutilación sicologica que sufren desde adolescentes tienden a cometeer abusos de este tipo con sus incautos feligreses, incluyendo niños y niñas.
    Es escandoloso, digo que estos reverendos hipócritas auto denominados representantes de un falso dios, que no saben lo que es tener una pareja ni lo que es criar hijos, estos ociosos que viven a costa de la ignorante credulidad del público, se sientan con derecho a dictar como debe vivir el género humano y a decirnos que es lo que debemos y no debemos hacer en materia de sexo. Andaaa. Que no se pasen.
    Y para aportar datos sobre el tema de la homosexualidad transcribo un interesante artículo sobre el tema, dejando antes claro que mi posición es ¿¡Con que derecho se meten con la sexualidad ajena!?
    http://www.medicina21.com/doc.php?apartat=Drromeu&id=1155
    «Tenemos derecho los médicos a actuar, como médicos, cuando somos consultados acerca de la orientación sexual de las personas?
    La homosexualidad no consta como «trastorno mental» en las clasificaciones más empleadas: el ICE X de la OMS y el DSM-IV de la Sociedad Americana e Psiquiatría (APA). Desapareció del DSM en 1973, al aceptar que la homosexualidad es más un estilo de vida alternativo que un estado psicopatológico.
    La prevalencia se supone alrededor del 5% para los hombres, y del 1% para las mujeres.
    Existen estudios acerca de una base biológica de la homosexualidad. Los datos más relevantes son:
    Niveles más bajos de andrógenos en hombres homosexuales. Incremento de hormona luteinizante tras la inyección de estrógenos. Mayor concordancia en gemelos monozigóticos. Marcador genético en la mitad inferior del cromosoma X. Ninguno de estos hallazgos está contrastado y replicado en estudios distintos de los que desarrollaron sus autores.
    Tanto la APA como la Sociedad Americana de Psicología han difundido sendos comunicados en los que sus socios se comprometen a no considerar la homosexualidad como enfermedad, ni a incurrir en ningún tipo de práctica destinada a modificar la orientación sexual de las personas.
    ¿Es la homosexualidad una conducta normal o anormal?
    Cuando nos metemos en el berenjenal de hablar acerca de conductas «anormales», debemos definir primeramente qué entendemos por normal, y qué entendemos por anormal.
    «Normal» y «anormal» pueden expresar diferentes cosas, según las personas que lo manejen. Pasa como con el concepto de «verdad», que también puede ser muy subjetivo. A menos que se trate de hechos incontrovertibles, cualquier acto susceptible de ser interpretado da lugar a opiniones distintas, a diferentes «verdades» y a diferentes «normalidades» según quien sea el intérprete, y según cuales sean sus ideas.
    Veamos cuales son los conceptos más frecuentes de normalidad:
    Normalidad convencional. También llamada, según los autores, normalidad a priori, prefijada, establecida, concertada, etcétera. Es la normalidad «decretada», bien por las leyes, por las costumbres, por los preceptos éticos o por quien disponga de poder para decretar normalidades. Los límites de la normalidad convencional son variables, según sociedades, culturas o épocas. La homosexualidad pederástica (mariconerías con niños, vaya) en varones, por ejemplo, era bien vista en la Grecia clásica. Hoy en día los pederastas son perseguidos con saña, hasta cuando se comunican a través de Internet. Normalidad estadística. Es la más cómoda. Lo que haga el 66 % de una población, se considera normal. Es una «normalidad» útil para materias poco comprometidas: nadie se enfada si le dicen que su inteligencia es normal. En asuntos más peliagudos, la normalidad estadística puede ser un arma de dos filos. Una estatura «normal» puede ser un desastre para una adolescente que quiere ser modelo. En cuestiones sexuales, no hay quien se aclare, en parte porque no hay estudios estadísticos actualizados, y rigurosos, acerca de qué es estadísticamente normal en cuanto a comportamientos de esa naturaleza. Saber si algo es «normal» o «anormal» desde el punto de vista estadístico, requiere que se hayan efectuado los pertinentes estudios estadísticos y sociológicos acerca de ese algo. Normalidad funcional. Lo que funciona bien, es normal. Este tipo de normalidad es la que se emplea, por ejemplo, en medicina. Puede ser diáfana en cuestiones concretas y muy orgánicas, como es el funcionamiento del hígado. Pero puede llevar a discusiones similares a las que plantea la «normalidad convencional» cuando se trata de decidir que significa «funcionar» bien en cuestiones mentales y, no digamos, sexuales.
    ¿Qué es «anormal»?
    «Anormal» es lo que no es «normal». Para saber a qué atenernos, cuando alguien dice de algo que es anormal, debería explicar muy claramente qué entiende por normal, y qué concepto de «normalidad» emplea.
    La palabra «anomalía» es sinónima de anormalidad. Ambas palabras proceden del mismo vocablo griego (anomalos «irregular»).
    «Anomalía» es una palabra que parece más culta que «anormalidad», y es la que se ha empleado, hasta la saciedad, para definir conductas sexuales «anormales».
    ¿Qué es «natural»?
    ¿Es, o puede ser, la homosexualidad «natural»?
    «Natural», in puribus, quiere decir «perteneciente a la naturaleza», pero es una palabra con muchos otros significados. Por ejemplo: hijo adulterino («hijo natural»); espontáneo, llano, sincero («es natural, habla con naturalidad»); sencillo, sin lujo ni ceremonia («los trató de forma muy natural»); no extraño ni raro («es natural que esto ocurra»); no censurable ni condenable («su conducta fue la natural en estos casos»); normal («es natural que haga frío en invierno»); propio («la dureza es natural en la piedra»); instintivo («es natural retirar la mano ante el fuego»); nacido en el país, indígena («es natural de Dinamarca»); carácter, manera de ser («es de natural bondadoso»); etcétera.
    Es frecuente que ignorantes embrolladores manejen el vocablo como sinónimo de «normal», pero aludiendo a la primera acepción («perteneciente a la naturaleza»). En cuanto a conductas sexuales, los defensores de lo «natural» pueden hallarse en todas las facciones. Desde quienes predican que lo único «natural» es la procreación pura y dura, hasta los que designan como «natural» cualquier modo de solaz, basándose en que nada puede haber más «natural» que la forma de fornicar propia de los animales y de los sujetos de las hordas primitivas.
    Otros subversivos de lo «natural» son esos cretinos que nos dicen que «hay que hacer vida natural», pero que no renuncian al coche, a los bolígrafos, al teléfono o al preservativo de caucho sintético. Son también esos que reniegan de cualquier píldora, y que cantan las virtudes «naturales» de las plantas (por mí, pueden prepararse infusiones de acónito o de cicuta, bellas plantas las dos, y zamparse cuantas amanitas faloides encuentren por el campo). Son, en fin, los que claman contra los abrigos de piel de foca en tanto calzan zapatos de cuero (será que las vacas son hijas de peor madre que las focas).
    La llamada «ley natural», de «natural», nada. Es un invento de Sócrates, filósofo griego empeñado en que todo quisque pasase por la piedra de una regla de conducta que él definía como universal y razonable. Su discípulo Platón profundizó aún más en esta idea, entendiendo como valiosa toda conducta sujeta a los valores absolutos de la «ley natural». Como que las teorías de Platón (el mundo de las ideas, o espiritual, el mundo de las cosas, o terrenal, y el alma como elemento integrador de ambos mundos) resultaban compatibles con las propiciadas por la Iglesia, acabaron siendo integradas en el humanismo cristiano. La «ley natural» pasaba a identificarse con los diez mandamientos.
    Mayor predicamento tuvo la doctrina su discípulo Aristóteles, especialmente la demostración de la existencia de dios. Cabe decir que los conceptos de «natural» y «no natural» son cambiantes con el tiempo. Aristóteles, por ejemplo, consideraba «natural» que la tierra fuera el centro del Universo. También veía como «natural» la existencia de esclavos. Consideraba «antinatural» la democracia, en tanto que «natural» la monarquía y la aristocracia. La agricultura y la caza eran actividades «naturales», en tanto que el comercio y cualquier trabajo físico, plenamente «antinatural», no debía ser practicado por los ciudadanos libres, cuya actividad «natural» más apreciada debía ser únicamente la vida contemplativa y el goce de los bienes. Para hacer el trabajo, «naturalmente», estaban los imprescindibles esclavos.
    «Antinatural» o «contra natura» se emplea cuando alguien quiere señalar alguna conducta impropia. Es curioso que no se emplee en contraposición a según qué acepciones de la palabra «natural». Por ejemplo: si alguien fuera calificado de ser «hijo antinatural» o «hijo contra natura» (queriendo indicar que no era un hijo natural) es probable que no agradeciese con fervor la pretendida lisonja.
    «Contra natura» es la expresión clásicamente usada para definir dos pecados graves, o sea, mortales: el de bestialidad (fornicar con animales) y el de sodomía (relación libidinosa entre personas del mismo sexo). El pecado nefando más perverso debe de ser la fornicación con animales del mismo sexo, digo yo.
    ¿Qué es «perversión»?
    Del latín «pervertere», que significa alterar el orden de las cosas. Perverso, aplicado a personas, significa «malo» o «malicioso». Vocablos afines son: contaminar, corromper, emponzoñar, envilecer, y otras lindezas por el estilo.
    Las «perversiones sexuales» son aquellas conductas que, cómo no, derivan de una «inclinación sexual antinatural».
    Ya estamos otra vez con las mismas: una «perversión» es algo «antinatural», entendiendo lo «natural» como lo «normal». Ahora bien, ¿qué concepto de «normalidad» hemos de emplear? Si echamos un vistazo a la historia vemos que el concepto de «normal» más utilizado ha sido siempre el de «normalidad convencional», y esto, como lo «natural» de Aristóteles ha sido cambiante con el tiempo.
    La homosexualidad, por ejemplo, ha cambiado en cuanto a su concepción social. Antes era el «pecado nefando» por excelencia. De hecho, así se sigue considerando en la mayor parte de las religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, mahometismo). Pero, en el contexto laico, la homosexualidad se considera una opción más o menos respetable (el más y el menos dependerá de los límites de cada cual) y legalmente reconocida.
    Los límites éticos, a pesar de su aparente inmutabilidad, son cambiantes y los marca cada sociedad. Casi siempre, cada uno de nosotros los adapta a su manera de pensar. Cuando la sociedad incorpora los límites a su legislación, más que de límites éticos deberíamos hablar de límites legales.
    Es fácil darse cuenta de lo relativo de la ética, cuando vemos que, en diferentes países, se sustentan éticas distintas: no es igual la ética en un país mahometano que en uno laico, por ejemplo. Ni la ética de los serbios que la de los bosnios, ni la de los budistas que la de los testigos de Jehová.
    Cualquier ciencia o materia de estudio, como la sexología, debe ser neutra desde el punto de vista ético. Los avances científicos no son buenos ni malos en sí, todo depende de para qué se usen.
    Algunas de las «perversiones sexuales» pueden resultar muy agradables para sus iniciados. Es posible, incluso, que no hagan mal a nadie. Ahora bien, si las leyes de un determinado país prohiben hacerlo debemos respetar este marco legal, independientemente de nuestros criterios personales.
    En resumen
    La homosexualidad, desde el punto de vista estadístico, es «anormal», pero no más que la cría del canario. Es «antinatural» en la mayor parte de las religiones derivadas del cristianismo, del judaísmo y del islamismo. Pero existe en el mundo animal, incluso entre primates. No se considera trastorno mental por la OMS, ni por la APA (American Psychiatric Assotiation). En la APA existen secciones de psiquiatras homosexuales. Los médicos, como tales, no tenemos nada que decir. En el caso de que opinemos acerca de este asunto, debemos dejar claro que lo hacemos desde un punto de vista no profesional, dejando claro cuáles son nuestras escalas de valores a la hora de emitir nuestro parecer.»
    Walter

  3. Junjan:
    Mil disculpas por mis trasncripciones también extensas. Como atenuante dire que generalmente los pongo en «defensa propia» 🙂 y que trato de fundamentar y explicar el porque de tales referencias.
    Pero tienes razón muchas veces basta el enlace. Trataré de ser más breve en adelante.
    Gracias por tu esfuerzo en mantener este interesante blog.
    Walter

  4. Junjan:
    La transcripción no era de ningún enlace, por lo que lo copié de un tratado de psiquiatría que me pasaron en el instituto.
    Pero no es nada especulativo, los detalles que he dado son reales.
    Quería desmentir muchas mentiras que no son más que propaganda gay, como el gen gay, el mito del 10%, etc.
    Es más fácil rebatir, que tratar de censurar a una persona diciendo que lo que hace o dice es de mal gusto.
    Creo que tengo derecho a expresarme.

  5. Aqui dejo un enlace y la bibliografia:
    http://es.wikipedia.org/wiki/Sida
    Bibliografía:
    ·Libro VIII de las leyes de Platón
    ·Tratados de Freud
    ·Tratados de Alfred Adler
    .Tratados de Jung
    .“Los orígenes y curación de atracciones y comportamientos homosexuales” (El doctor Richard P. Fitzgibbons)
    · Dr. Socarides
    Etc
    PD: Walter, visitaré el enlace que me has recomendado, gracias

  6. Mira David,
    Pare ser una disertación no copiada, resulta tener una similitud bastante grande en muchas de sus partes con esta:
    «La Conducta Homosexual, una aproximación cristiana a la cuestión»:http://estudios.iglesia.net/index.php?/estudios-biblicos/leer/la-conducta-homosexual/
    ¿No es más facil poner el enlace? Si te «pasaron» esto en el instituto, debe ser por lo menos un instituto del Opus Dei…
    Lo datos son tan reales como pueden ser cualesquiera datos que hayan sido «filtrados» a traves de una visión dogmática, religiosa y acientífica, o sea, poco o nada reales.
    No te trato de censurar, te recomiendo brevedad y un poco de respeto a nuestra inteligencia. Además si te quisiera censurar tengo todo el derecho a ello…
    Saludos,

  7. Hola David:
    Llevar el diálogo al analisis de la homosexualidad es salirse del tema de fondo, que es: ¿Tiene la Iglesia Católica el derecho o la autoridad para reglamentar las relaciones sexuales de la humanidad?
    Si las numerosas referencias que pasaste te permitieron sacar alguna conclusión al respecto, te faltó decirla pues no veo ninguna opinión tuya. Y tampoco he podido deducir nada de la sola lectura de tal transcripción pues la mayoría de las afirmaciones son contradictorias entre sí.
    Mi punto de vista es que si bien hay muchas opiniones respecto al homosexualismo, no creo que sea de incumbencia de la Iglesia Católica, ni de nadie, decidir sobre los gustos sexuales de los demás.
    La homosexualidad, es considerada actualmente como un estilo de vida, no como una enfermedad ni como una perversión, esta satanización es producto de prejuicios homofóbicos, anacrónicos, por demás hipócritas e inútiles de la cristiandad europea de la Edad Media
    Por ello la celebración de este foro: «A confesión de parte, relevo de pruebas»
    Saludos
    Walter
    Nota: Me parece más dañina aún la oposición rabiosa del cristianismo al control de la natalidad. Nuestro planeta que está siendo depredado peligrosamente por el ser humano; más que por su ambición, por su excesivo número. Somos mas de 6,000,000,0000 de habitantes y con tendencia a duplicar el numero cada 30 años. ¡¿HASTA CUANDO?!

  8. Menuda panda de obsesos sexuales están hechos Sus Eminencias… Estos tíos tienen unas fantasías de tal calibre, que el Divino Marqués a su lado era un párvulo alimentado con bromuro…

  9. uhhhhh… Zoofilia???… Homosexualidad??? que es eso???… por lo visto esta gente no ve documentales, la homosexualidad es tan natural como cuando un perro intenta montar tu pierna… 🙂

  10. ¿Anormal?
    Quizás un cura pederasta …
    O uno de esos que dejan (y dejaban) hijos bastardos por doquier …
    O cualquiera de ellos aburrido de cascarsela a dos manos …
    A fin de cuentas nos venden su «voto de castidad» y para más INRI pretenden dirigir nuestras morales …

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