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Células madre embrionarias y Dios

El nombramiento de Bernat Soria como nuevo ministro de Sanidad ha vuelto a poner en las portadas la ya manida discusión sobre la investigación con «células madre«.
Las células madre embrionarias humanas se obtienen de embriones humanos producidos fecundando óvulos in vitro. Los embriones de dejan crecer hasta el estado de blastocisto (150 células), luego se disgregan y cultivan. Punto final.
Los blastocistos no tienen ninguna característica de «ser humano», ni sistema nervioso, son sólo un grupo de células sin diferenciar que se han producido en el laboratorio. ¿Cuáles son por lo tanto las objeciones morales a su uso? Pues claramente religiosas. Se intentan maquillar más o menos, pero todas ellas se basan en la concepción religiosa de la existencia. Esa concepción mística que atribuye a los gametos humanos propiedades especiales que al formar un embrión conjuran la presencia de un «alma inmortal» que forma instantáneamente un ser humano completo al que por supuesto no se puede «matar». No negaré que «potencialmente» cualquier embrión se pueda convertir en un ser humano, pero «potencialmente» todos los óvulos, todos los espermatozoides, y todas las células sean del linaje que sean (¿Os acordáis de Dolly?), en las condiciones adecuadas se pueden convertir en un ser humano.
Muchos fundamentalistas religiosos encubiertos adoptan sin ambages la terminología científica y afirman que dado que el embrión tiene un código genético diferente ya es un «ser» diferente y que por lo tanto se comete un asesinato. Se obvia por supuesto que el blatocisto no es un ser, ni un ente, ni nada, es un simple conjunto de 150 células. Un grano es una entidad que contiene la misma cantidad de células y aproximadamente la misma conciencia.
No existe el alma inmortal, ni el cielo, ni el infierno, un grupo de células indiferenciadas es precisamente y solamente eso, un grupo de células indiferenciadas.

6 comentarios en «Células madre embrionarias y Dios»

  1. Estoy completamente de acuerdo, me parece gracioso como un blastocito; sin mas sentimientos humanos que una ameba, goza de mas protección legal que un toro adulto….la posición de estos fundamentalistas simplemente no tiene sentido.

  2. El nuevo ministro, Bernat Soria, investigador científico dijo en una entrevista publicada no hace mucho tiempo: «La inversión en ciencia y tecnología es lo único que nos defiende de lo desconocido».
    Veremos si ahora desde la poltrona sigue manteniendo ese axioma.
    Para mi que España ha perdido a un gran científico y ha ganado un político mediocre… y de eso ya nos sobran unos cuantos.
    En fin, veremos.
    Carlos Menéndez
    http://www.creditomagazine.es

  3. No sabría decir si es buen o mal científico (su cv no es para tanto), pero para llegar a director de centro y manejarse tan bien en la prensa hay que ser buen político… Espero que al menos sirva para darle un gran empujón a la política científica del ministerio de Sanidad que le hace mucha falta.

  4. A mí me llama la atención algo. El portavoz de la conferencia episcopal, Camino, ha dicho que «no existe consenso en el mundo científico», para intentar restar importancia a la investigación celular. Con lo cual, aunque indirectamente, se reconoce la autoridad de la ciencia, porque ¿qué sucedería si realmente existiera «consenso» en la comunidad científica? – y este consenso existe de hecho, como explica muy bien en Magonia.
    Los de Batiburrillo no son «fundamentalistas religiosos», pero se han equivocado en esto.

  5. Hay algo que me ha llamado la atención. Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal, ha declarado que el «Mundo científico» no se pone de acuerdo con este tema. Con lo que, indirectamente, se reconoce la autoridad de la ciencia. ¿Qué pasaría si realmente hubiera «consenso» científico? -y realmente lo hay.
    En Batiburrillo no son «fundamentalistas religiosos»; pero se han equivocado con esto.

  6. Las diferencias entre las opiniones científicas y religiosas han sido una constante en la historia de la humanidad.
    La ciencia tiene que luchar (incluso durante siglos) hasta conseguir que la religión acepte sus principios, es cuestión de tiempo. La pena es que, mientras tanto, se pierde un tiempo precioso.
    Carlos Menéndez
    http://www.creditomagazine.es

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