Contaban en la cadena Ser una de las últimas anécdotas de ese prócer de la política que es Ana Palacio. Al parecer nuestra insigne ministra se coló en una reunión de mujeres evangélicas (por aquello de que cualquier reunión se puede convertir en un mitin) y como a las señoras les gustó la jugada, le pidieron autógrafos y se los acabó firmando en sus «Biblias». Esto si que tiene que ser un libro para conservar, ¡una Biblia firmada por Ana Palacio!
Pero, ¿será casualidad lo de la Biblia? Porque ahora que lo pienso, en la publicidad televisiva del PP, Mariano parece un predicador. Rodeado por esa pequeña cohorte de perfectísimos y sonrientes ciudadanos, representantes de todas las edades y modelos, parece el mismísimo Cristo dando una pequeña homilía a sus fieles. ¡Qué tierno! ¡Qué limpio! ¡Vaya pedazo de mentira y camelo de lo más baboso que he visto!