España está completamente henchida de la estrategia del pero. Las cosas cotidianas ya no «son» sin más, siempre tienen un pero. Los temas nunca se pueden considerar de una manera medianamente absoluta, porque son matizados, justificados, reducidos o embellecidos con algún subterfugio, más o menos directo.
Esta estrategia del pero inunda toda la sociedad, como diría Ambrose Bierce «satura y regula el todo». Afecta a todas las tendencias, ideologías y opiniones. Ninguno estamos libres de la estrategia del pero. En cuanto te descuidas aparece en tus propios pensamientos, sale sin pensar, natural, omnipotente.
No hay manera de evadirse. Siempre hay antecedentes que nutren un buen pero. No importa cuan lejanos puedan ser, siempre existen. Por ejemplo, las guerras ya no son malvadas y condenables en sí mismas. Resulta que son respuesta a injusticias mayores y más sangrientas. Otro ejemplo. Los asesinatos ya no son reprobables en cuanto pérdidas injustas de vidas humanas, no, siempre responden a otros asesinatos que sí eran condenables en sí mismos. Lógica ilógica.
Las rencillas políticas responden a rencillas políticas que (¡cómo no!) son consecuencia directa de algún malvado ideario de la revolución francesa o de la guerra civil. Otro gran ejemplo, los muertos de la guerra civil. Estos pobres cadáveres acuden de manera recurrente al pero. Sean del bando que sean, siempre son más y valen más que los del otro bando. Mis inocentes son más inocentes que tus inocentes.
Esto me lleva a los dictadores. Los dictadores tampoco escapan al pero. ¿Por qué? Porque siempre hay dictadores de signo opuesto que fueron más tiránicos y más sangrientos. Y me diréis, ¿qué más da? No. Al parecer no da lo mismo.
Las referencias son siempre grandilocuentes, enormes, gigantescas. No hay problema que no sea merecedor de ser comparado con el holocausto hitleriano, o el estalinista, o el pol-potiano. La ridiculez de las comparaciones no tiene límites, hasta el infinito o quizás más allá. Las contradicciones —que ocurren casi siempre— no tienen combinaciones prohibidas. Los comunistas son nazis, los fascistas son libertarios, la iglesia es progresista, la sexualidad natural es la abstinencia, en definitiva, la mentira creativa pasa a ser verdad y la verdad no llega a ser ni una triste mentirijilla.
La estrategia del pero se ve complementada y aumentada con la estrategia del «y tú más». Si el pero resulta demasiado flojo, se puede conceder un pequeño pequeñísimo «si/no» para luego recordar el «y tú más». Normalmente no está ni remotamente relacionado con el tema en cuestión, pero dado su aplastante efecto siempre gana.
Genial!!! Me ha encantado el post!
La verdad es que nos estamos agilipollando por momentos, y en vez de razonar intentamos justificarlo todo con cualquier tontería de hace mil años que por supuesto ya no tiene sentido. En fin, es que eso de intentar tener siempre la razón nos lleva a tomar actitudes ridículas de vez en cuando…quizás deberíamos ser un poquito mñas humildes de vez en cuando 😉
Saludos!
Si es que eso era lo lógico: es la consecuencia de haber dejado la mayor parte del tiempo informativo en los medios de counicción a los políticos. Ellos son los profesionales a sueldo del «pero».
Muy buen post. Te felicito.
Un saludo