Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡Qué cruel e inútil incomprensión! ¡Qué tozudez la suya exilándose a sí mismo de aquel corazón amante! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra, le resbalaron por las mejillas. Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano.
George Orwell, «1984»:http://www.ucm.es/info/bas/utopia/html/1984.htm
Gran libro, ¿te has fijado que cada vez se ajusta mas a la realidad?
Lo que yo digo, el ser humano viene con defectos de fábrica graves …
El de bigote negro…¿no será Aznar?
No se me había ni pasado por la cabeza…
¡Coño, que miedo!