Ignacio Ramonet, «Esperanzas»:http://www.monde-diplomatique.es/ (Le Monde Diplomatique)
Una vez más, al dar el pasado 29 de mayo un rotundo no al proyecto de tratado constitucional para Europa, la Francia rebelde hizo honor a su tradición de nación política por excelencia. Sacudió al Viejo Continente, suscitando de nuevo la esperanza de los pueblos y la inquietud de las élites establecidas. Reanudó su misión histórica al dar prueba a través de la acción audaz de sus ciudadanos de que es posible eludir la fatalidad y las pesadeces de los determinismos económicos y políticos.
Porque este no tiene una significación central: es un freno a la pretensión ultraliberal de imponer en todo el mundo, en menoscabo de los ciudadanos, un modelo económico único, el definido por el dogma de la globalización.