[«The killing of Jean Charles de Menezes»:http://electroniciraq.net/news/printer2074.shtml], por Ali Abunimah, «Electronic Iraq»:http://electroniciraq.net/news/index.shtml
Since news broke that London police cornered a young man on the floor of an Underground train, and, in full view of other passengers, pumped five bullets into his head as he lay on the ground, I have been following the reports with increasing anger and sadness. The four bomb attacks on London on July 7 caused enormous carnage and fear. The attempted follow-up attacks the day before the subway shooting only added to the tension.
In this context, reactions to the killing were muted even after it became known that the dead man was a 27-year-old Brazilian immigrant named Jean Charles de Menezes totally unconnected with any terrorist plot. This caution then seems understandable, and that is prescisely the problem. The fact is that in Western societies, collective guilt for brown people is second-nature. We hardly notice it. There are always plenty of people ready to justify, to understand the «difficult» position of the police. But I just can’t believe that all things being equal, de Menezes would be dead if he had blond hair and blue eyes. Perhaps if he had emerged from his house looking like David Beckham, one of the officers would have said, «hang on, are we sure we are watching the right house?» Someone might have asked one additional question that would have stopped the chain of events that ended with five bullets in a young man’s head.
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There is one crucial fact that has been stunningly absent from all the analysis. De Menezes was a brown man. He could have passed for an Arab or perhaps a Pakistani. To those who pursued and killed him, he must have looked the part of a suicide terrorist. After all, it doesn’t appear the police knew anything else about him, even though they had almost 24 hours to find out.
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As the authorities fighting the «war on terror» claim more and more leeway, Muslim communities feel greater pressure. It is now de rigeur to demand that Muslims living in the west «do more» to root out extremism. Yes, we must all do our part. But it is not clear to me why a British Muslim, who works as a nurse, a bus driver or an accountant, has a greater responsibility or ability to fight Muslim extremists than an ordinary white British youth has to fight the rising tide of racism from groups like the British National Party. The responsibility ought to be the same, and yet it isn’t. Muslims are increasingly held collectively responsible for whatever any other Muslim says or does, while members of the dominant society are always allowed their individuality and autonomy. White youths who get involved in anti-racism campaigns are sometimes lauded, but the vast majority who don’t are certainly not condemned.
On June 28, an Israeli soldier was convicted in the killing of Tom Hurndall, an unarmed 23-year-old British peace activist, shot while he was assisting Palestinian children in the Gaza Strip in April 2003. Hurndall’s death was only a rare example of hundreds of such killings by the Israeli army to lead to a trial and conviction. Initially, Israel lied that Hurndall had been armed. «It took months and months and a lot of pushing by the Hurndall family and the British military attaché before [the investigation] got going,» said Jessica Montell director of the Israeli human rights group B’Tselem. The problem is that Israel is a country where the tactics of the army are widely justified and rationalized as being the necessary actions of hard-pressed soldiers loyally protecting the country against ruthless terrorists. And the army is allowed to investigate itself. When the victim of these actions is a young westerner like Tom Hurndall, rather than a faceless, nameless Arab, the balloon of impunity can be briefly punctured.
Over the weekend, the Brazlian foreign minister Celso Amorim arrived in London to add his government’s full weight to the demands for an independent investigation of de Menezes’ killing. It remains to be seen whether the British government will demonstrate the same accountability they demanded of Israel, or whether the attitude that a state defending its citizens against terrorism is entitled do anything it wants with impunity has already sunk in too deeply.
El asesinato de Menezes fue espantoso. Digno de un filme de horror. Gente sin uniforme y armada que imparte órdenes, tal vez un consecuente ataque de pánico del aludido. Y ejecución. ¿Miedo de los asesinos en terminar en picadillo con una explosión suicida? Tal vez. Hay muchas, muchísimas preguntas por responder. Imagino que habrá que sancionar, o penalizar gente. O condenarla a prisión. Que habrá que cambiar o perfeccionar métodos. O eliminarlos. En fin, algo así no es esperable ni comprensible. Ni aún con todo el temor de público detrás. Una sociedad repentinamente vulnerable, cuando las amenazas dejaron de serlo. Una investigación está en marcha; esperemos de ella la misma eficiencia que se usó para capturar a los fallidos asesinos capturados en Inglaterra.
Ahora, este tal Ali Abunimah se equivoca en un par de puntos. Menezes no era de color como él lo describe. Era caucásico. De hecho de cabello castaño, lo que lo alejaba aún más del estereotipo que él señala en su nota. Evidentemente eso a la víctima no le sirvió de protección. ¿Qué si hubiera sido David Beckham? Inglaterra tiene una sangrienta y larga historia con terroristas de IRA, donde la blancura no era tema ni de duda ni de protección. No creo que la raza fuese un factor precipitante. Tal vez –sólo tal vez- fue la reacción repentina, el pánico, la corrida, los nervios. Tal vez su visa vencida de estadía le agregó una chispa inesperada. Tal vez la confusión. Me llama la atención la facilidad con que este Alí busca en este lamentable hecho una oportunidad para hostigar generosamente a esa sociedad Inglesa, que más allá de todos sus defectos alberga con igualdad de derechos a millones de extranjeros. Que se puso firme en la defensa de los musulmanes de bien, acogiéndolos como miembros iguales de su país.
Es obvio, es más que evidente que sea deseable que todo el mundo ponga su gota de cooperación en contra de los terroristas ¿Presión extra para la comunidad musulmana de Inglaterra? ¿Qué presión extra? Sólo aquella de dar información siempre y cuando la tengan. ¿O es que acaso si desde la comunidad de Argentinos viviendo en Inglaterra salieran locos de la guerra de Malvinas a poner bombas no estaríamos los mismos argentinos en voluntad de ayudar a evitar que algún compatriota fanatizado saliese a matar? Creo que Alí esta equivocado. El único peso extra que tienen los musulmanes allí es el de la oportunidad de tener acceso a información tal que fuese de utilidad. Por cercanía, idioma, cultura, contactos, o simple casualidad.
Estoy seguro que este Ali debe darle también amplia cobertura a todos las aberraciones cometidas sin pudor y sin investigación en todo el mundo musulmán, o en todo el mundo, para ser justos. Ningún horror se justifica en ninguna parte. Estoy seguro que está informado sobre los horrores que los israelíes comenten con los palestinos. También de aquellos que cometen los palestinos contra los israelíes. O de los que cometen los palestinos contra palestinos. Sociedades donde el odio es un culto, donde no hay piedad ni con propios ni con extraños.
En los periódicos de occidente parece faltarnos información. ¿Irían ocho millones de turistas al año a Egipto si fuesen concientes de las monstruosidades que comete el gobierno egipcio con nacionales y extranjeros en su territorio? Claro está, de las víctimas rara vez hay alguno de un país de origen no musulmán. ¿Racismo? Terror, corrupción, odio e intereses. ¿Es culpable la gente que viaja allí? Si la ignorancia fuese penada nadie estaría a salvo de cadenas. Sí, hay complicidad de los gobiernos del mundo. Sí, también comprendo que si los diarios de occidente se dedicasen a sacar notas sobre los horrores del mundo serían del tamaño de una guía telefónica todos los días. Pero que el humo no nos tape el incendio; la culpa del fuego a quien lo enciende. Espero que algún día en esos países que sufren las mil desgracias y en donde una minoría se adjudica la verdad para salir a matar las cosas mejoren sus condiciones de tal manera como para que una muerte cause la misma consternación como la que produjo la de Menezes en Londres. Que sea como consecuencia de un mejor nivel de vida acompañado por libertades imprescindibles. Sí, ya sé, también me queda claro que en el mundo hay pobres que aún en su miseria jamás torturarían, ni matarían, ni abusarían. Siempre hay algo más.
Mientras tanto algunos tienen un ojo de halcón y otro ciego, muy apurados a puntar el dedo en aquellos lugares donde al menos hay información sobre las injusticias y dan su propia versión victimizada del racismo, con tono antioccidental. Y parece que así se olvida tanto espanto allí donde no hay prensa libre. Es que como dijo Alí, parece que occidente es rápido en sentirse culpable; que sus culpas no alivien ni justifiquen a malvados del mundo ni que envalentonen a los miopes a golpear allí donde es más fácil.