La lucha entre la realidad y la nostalgia ficticia del pasado continúa.
No quieren ver lo evidente, que la sociedad de hoy ha cambiado. No quieren asumir ese cambio. Los tan manidos “roles” de los sexos han evolucionado de una manera acorde a nuestro entorno. La forma, estilo, composición y hasta el significado de ‘familia’ no tiene nada que ver con lo que está escrito en los catecismos religiosos o los manuales políticos de algunos partidos. Quien no quiera ver que las familias son ya de múltiples clases diferentes ─pero todas igualmente familias─, que las mujeres ya no son sólo “amas de casa” y que los hombres ya no sólo “padres de familia”, quien no quiera ver esto, se engaña a si mismo y a sus seguidores con inútiles esperanzas de retornar a los años cincuenta.
La iglesia y sus grupos de presión asociados, el núcleo duro o reserva espiritual del PP inducen al partido a tomar “la postura de la avestruz”, ocultar la cabeza y cerrar los ojos y los oídos al mundo. Negar la complejidad de nuestra sociedad es un error político nefasto, además de un anacronismo.