Como en la película pero cambiando Madrid por Barcelona, unos jóvenes apalearon a una mendiga en un cajero automático, la rociaron con líquido inflamable, la prendieron fuego, murió. En vez de los aterrados ojos de Alex Angulo, la cámara del cajero retrató la escena.
Los asesinos [«han declarado»:http://www.elpais.es/articulo/elpporesp/20051220elpepunac_6/Tes/] que:
“Se les fue la mano”, y que “no querían hacer tanto daño como hicieron”.
Como cuando te pasas de sal en un guiso, se les fue la mano. Tristes tiempos los nuestros.