Un grupo de «profesores universitarios», que tras esa etiqueta parecen indicar su superioridad intelectual, han publicado un «manifiesto en defensa de la muerte natural«, documento donde hacen un ejercicio de razonamiento acientífico y chapucero, cercano en el fondo y en la forma a la irracionalidad religiosa.
El manifiesto tiene varios puntos que me voy a tomar la molestia de comentar uno por uno:
1. Ante las intensas presiones que se ejercen sobre la opinión pública española, para inducirla a consentir la legalización del suicidio asistido y la eutanasia, es necesario defender la dignidad de la muerte natural como final de toda vida humana.
Perdonen que discrepe para empezar, pero a mi su iniciativa me parece innecesaria. Para empezar que el concepto que ustedes defienden es difuso y difícil de definir de manera universal, ¿qué narices es una muerte natural? ¿En la cama y en pijama con plañideras? ¿Existe alguna muerte antinatural? ¿Qué se considera digno? Algunos parecen considerar natural el sacar a los enfermos al campo a que se los coman los buitres, ¿se refieren a eso?
2. La vida del ser humano es inviolable, por su dignidad intrínseca que no puede estar sujeta a gradaciones, ya que es universal, independiente de la situación de edad, salud o autonomía que se posea, y está radicalmente vinculada a los derechos humanos fundamentales.
Yo estoy de acuerdo con la declaración universal de los derechos humanos:.htm en que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, pero eso no quita para que otros derechos como el no ser sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes o el derecho a la libertad de pensamiento se eliminen «a placer» cuando la persona se encuentra en la proximidad de la muerte. «La vida sobre toda las cosas» lleva a extremos de degradación de la vida.
3. Esa dignidad, inherente a toda vida humana, conlleva el derecho irrenunciable de todos a la vida, siendo deber inexcusable del Estado el protegerla y cuidarla, incluso cuando la persona, su titular, parezca no darle valor.
Ya sea Dios, «la vida» o «el partido», cuando está «por encima de todas las cosas», incluso sobre la libertad individual, lleva a proposiciones totalitarias. Ya veo a estos bienpensantes profesores inaugurando el «ala penal» del hospital, donde los enfermos terminales de moral dudosa deben ser atados a la cama con grilletes entre sesión de radio y sesión de quimio…
5. El supuesto derecho de “autodeterminación” de la persona, para disponer de su vida como le plazca, entra en conflicto con el derecho irrenunciable a la vida; su utilización para despenalizar el suicidio asistido y la eutanasia no está justificada, podría incluso poner en peligro la vida de personas que de manera natural aspiran a sobrevivir hasta que les llegue normalmente su hora final.
Y ya entramos en la paranoia, normal entre clérigos, pero que asombra entre científicos; fascinante racionamiento: «porque claro, si hay gente que quiere tener derecho a morir, lo siguiente es matar a todos los enfermos que se pongan a tiro…»
Ya me aburro de decirlo pero no hay nada más acientífico que un científico religioso y estos llevan camino de batir el récord.
6. La eutanasia, entendida como el acto deliberado de acabar con la vida de una persona, sea a petición propia o por decisión de un tercero, y el suicidio asistido son ética y moralmente reprobables, pero ello no significa que se haya de practicar ningún tipo de obstinación terapéutica (o encarnizamiento terapéutico) hasta extremos injustificables para la práctica médica.
Ustedes dirán que son reprobables según su ética, a mi no me lo parece. Me parece más reprobable que nieguen a sus semejantes el derecho a morir dignamente de la manera que les parezca oportuna. La obstinación terapéutica ya se practica y su manifiesto aunque lo deniegue lo que hace es fomentarla.
7. Los cuidados paliativos, así como una atención integral al enfermo terminal, que le ayude en el último periodo de su vida, constituyen las opciones asistenciales compatibles con una concepción ética de la dignidad del morir.
Los cuidados paliativos son importantísimos y en este nuestro país hay muchos hospitales que no los tienen. Pero hay un momento cuando no hay ya nada que se pueda paliar, donde el dolor se sale de todas las escalas. Muchos pensamos que el único camino ético es dejar que la persona decida si llegado ese momento quiere morir. Va a ser que no es el único camino…
8. Se debe potenciar una medicina paliativa al alcance de todos, que aporte los conocimientos especializados y los avances en cuidados médicos y psicológicos, así como el soporte emocional y espiritual adecuado para la fase terminal, del enfermo y su entorno, ya que ese entorno que supone el hogar, la familia y los amigos tiene una gran importancia.
Ya iba tardando en aparecer el espíritu…
9. Los profesionales de la salud deben respetar siempre la vida humana y su evolución hacia la muerte natural. La inversión del valor del curar o aliviar como principio esencial de la Medicina, sustituyéndolo por el de provocar la muerte, puede abrir vías cuyos límites son impredecibles. La Ciencia y la Práctica Médica tienen cada vez más y mejores instrumentos para actuar y para discernir; reclamar que se empleen a favor de la vida humana es un derecho de todos.
Ya sin más argumentación, solo les queda repetir que la libertad es peligrosa y que al parecer la muerte es ilegal en la ciencia médica. Al final van a acabar poniendo pegas si consiguen matarte el tumor, que no deja de ser humano y estar vivo.
Muchos puntos para no decir realmente gran cosa. Insulso, para venir de profesores y científicos, el dogmatismo y la simpleza rebosan en sus proposiciones. Lo que ellos consideran como bueno y como ético debe ser aceptado (o impuesto), lo demás es peligroso. ¿Por qué? ¿Razones? Ninguna, porque lo digo yo que soy recto y puro, y cuidado que tu no sabes con quien hablas
Patético. Creo que Ambrose ya lo definió adecaudamente:
Rectitud, s. Virtud sólida que solía encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional de la península de Oque. Misioneros que volvían de allí hicieron varios tibios intentos por introducirla en Europa, más, al parecer, la expusieron con escasa convicción, como se desprende del único sermón conocido del piadoso obispo Rowley, del que damos un pasaje característico: “Ahora bien, la rectitud consiste no sólo en un santo estado de ánimo, ni siquiera en cumplir los ritos religiosos y obedecer la letra de la ley. No basta ser piadoso y justo; es necesario conseguir que los otros alcancen el mismo estado; y el medio justo para ese fin es la compulsión. Porque así como mi injusticia puede hacer daño a otro, del mismo modo la injusticia de éste puede perjudicar a un tercero, cosa que manifiestamente debo impedir, así como evito mi propio mal. En consecuencia, si quiero ser recto, debo impedir, por la fuerza si es necesario, que el prójimo acometa esas injuriosas empresas de las que yo mismo, gracias a una mejor disposición y a la ayuda del Cielo, me abstengo.”