El sistema electoral español está podrido. Gran parte del electorado, donde me incluyo, es de segunda categoría, nuestros votos valen menos, no cuentan. Debido al surrealismo de las circunscripciones electorales provinciales y al sistema D’Hont de recuento, los votantes de partidos «minoritarios» no tenemos voz, incluso aunque el partido elegido saque muchos votos a escala nacional.
El ejemplo más sangrante es el de Izquierda Unida, seguido de cerca por UPyD, ya que necesitan de trescientos mil a medio millón de votos por escaño, mientras que el resto de partidos obtiene cada escaño con mucho menos de cien mil votos. Injusticia manifiesta.
¿Cómo arreglarlo? Muy simple. Reforma electoral que incluya la supresión del sistema D’Hont para la adjudicación de escaños y su sustitución por un sistema proporcional puro. Supresión de la circunscripción provincial y creación de circunscripciones que coincidan con el ámbito de competencia de los representantes elegidos, a saber, los Diputados deberían elegirse por circunscripción nacional única y los Senadores por circunscripción autonómica. Además sería necesario eliminar el límite del 3% de los votos que necesita cualquier candidatura para ser contabilizada. Lo que habría salido en 2008 con este sistema:
Izquierda Unida habría obtenido catorce escaños y UPyD cuatro. Los partidos nacionalistas seguirían más o menos con resultados similares, los escaños que ganan los partidos pequeños salen del PP y el PSOE, reduciéndose ligeramente el bipartidismo. ¡Cambio constitucional YA!
Ya… por eso y por las listas cerradas que nos imponen los partidos, yo ejerzo mi derecho a no votarles. Mi voto es demasiado valioso. No quiero darles mi confianza a semejantes individuos.
En único problema es que en este sistema electoral la abstención y los votos en blanco solo benefician al bipartidismo.
En la reforma habría que añadir que los votos en blanco se cuentan como escaños vacíos.
Pero tendrías que votar en blanco en vez de abstenerte…