Los hospitales son supuestamente centros de curación donde los seres humanos enfermos acuden para ser tratados de las enfermedades que les aquejan y reposar, o morir «dignamente». Aunque en su mayor parte cumplen con su función, los hospitales fallan miserablemente en las facetas de descanso y reposo, y ya no es que fallen, ni siquiera consideran como objetivo a cumplir la muerte digna.
En cuanto al reposo. El protocolo hospitalario impone tres turnos diarios de enfermería, asistencia sanitaria y limpieza, y una visita médica. Turnos donde los trabajadores sanitarios recorren las habitaciones y adquieren los datos que indica su protocolo, temperatura, tensión, volumen orinado, etc, dependiendo del caso. Todo aparentemente perfecto, salvo que la toma de datos implica destruir el descanso y el reposo de los convalecientes enfermos cada pocas horas, día y noche. La sensibilidad de los trabajadores sanitarios por el descanso nocturno de los enfermos, salvo en contadas excepciones, es nula, ruido, voces y luces encendidas.
La cosa es alucinante con los enfermos graves, donde el descanso y la tranquilidad son totalmente necesarios, o con los enfermos terminales donde muchos de los protocolos ya no tienen sentido y lo único que consiguen es dar por el culo tanto a enfermos como a familiares cuando los dicharacheros enfermeros o asistentes entran alegres y felices a confirmar (como ya deberían saber al mirar su libro) que el paciente se está muriendo.
Qué decir, si cuando pasa el médico lleva ocho o diez carpetas de anillas, ( eso que es) no les acompaña ningún soporte informático ni nada que se le parezca, o sea que dudo que las enfermeras sepan nada de nada, simplemente hacen su trabajo por repetición, yo tomo temperatura en este lado y tu tensión al otro, y rapidito para ir al office a descansar, a b c y de ahí no las saques, pues tendrían que pensar y eso requiere esfuerzo. Vamos una pena.