Si hay algo que me encantó de la ceremonia de apertura de Juegos Olímpicos dirigida por Danny Boyle, aparte de que Mary Poppins desinflara a Lord Voldemort, o que destacaran al sistema nacional de salud ahora que el gobierno conservador lo está empezando a «recortar», fue su homenaje a la música. Alucinante selección. No es lo mismos ver desfilar a los deportistas con aburridas y repetitivas fanfarrias que verlos moverse al son de grandes canciones. Debe ser una grata experiencia salir a un estadio con 60.000 personas al son de «Beautiful Day» de U2.