Daniel Gavela (director general de la cadena SER) ha escrito hoy un muy interesante artículo en El País, titulado Enredados en los bigotes de Dalí:
«El comportamiento de los medios afines al PP y su fracaso en el manejo de la opinión pública ha merecido la atención de Umberto Eco, quien vio confirmada en España su teoría sobre la guerrilla semiológica. Especulaba Eco en 1973 sobre la capacidad del público para leer los mensajes de la televisión de forma independiente a su literalidad. «Es lo que sucedió en España», sostiene el escritor italiano. «Los mensajes gubernamentales decían, ‘creednos, es ETA’, pero precisamente por la insistencia y la perentoriedad de los mensajes, la mayor parte de los ciudadanos sospecharon que podía ser Al Qaeda». De nada sirve en casos como éste controlar los medios, porque el efecto guerrilla semiológica no actúa sobre el emitente (el medio) sino sobre el receptor, auxiliado en esta ocasión por los SMS y la comunicación en red.
Por todo ello la cuestión periodística relevante en relación con el 11-M no es preguntarse por lo que la SER hizo, junto a un contado número de periódicos españoles (todo fue distinto fuera de España), lo relevante es lo que otros medios hicieron y lo que silenciaron. Resulta difícil de creer que redacciones tan potentes como las que existen en Madrid no descubrieran lo que de verdad estaba pasando, a nada que se interesaran por investigar la identidad de los asesinos. (…)
Es probable que con el paso de los meses el PP se abra a la idea de que ni reescribiendo el pasado ni falseándolo se llega a parte alguna, y que el recurso al enemigo exterior sirve para cauterizar las heridas del núcleo duro, pero para gobernar hay que mirar al futuro y al centro, y enterrar los fantasmas del pasado. Pero hay que abandonar toda esperanza respecto a cierta prensa y a cierta radio: seguirán entregados por mucho tiempo a la práctica del método paranoico-crítico que fascinaba a Dalí y que, este año del centenario del pintor, ha alumbrado una nueva forma de periodismo: el periodismo fantasma. Un género en el que cohabitan incestuosamente todos los demonios patrios de la España más rancia: ETA, la masonería francesa, el moro en general, los servicios secretos marroquíes en particular, los núcleos residuales de la resistencia felipista en la Guardia Civil, y cómo no, este periódico y la SER.»