No veo mucho la televisión. Tras haber vivido unos años en Alemania, y como mi alemán era bastante miserable, cogí el hábito de no ver la televisión. Tras ese tiempo de “desintoxicación”, cuando me pongo a ver alguna película o algún programa de debate televisivo en uno de canales “generales”, entro muy rápidamente en un estado de mal humor.
Reconozco que hay canales de televisión interesantes, pero desgraciadamente son canales monográficos por satélite, de los canales “normales” hay muy poco que salvar. Ver una película es una experiencia desastrosa, cual Sísifo subiendo la piedra al monte, te ves obligado a “subir” quince minutos de publicidad cada veinte minutos de película. Si la película es emocionante, la emoción se divide en pequeñas partes alícuotas que lo dejan en una miserable emocioncilla de tercera; si la película es romántica, el romance se alarga tanto que acaba en pastel de boda de tres pisos. Una basura. Fueran cuales fueran las intenciones del autor, se pierden tras el primer intermedio.
De las noticias o los programas de debate, lo mejor es no hablar. Si te has acostumbrado a las magnitudes de análisis y comparación que depara Internet (si se sabe usar), o los periódicos (si lees dos o tres distintos) la televisión parece como una sátira de opereta barata, los sucesos mundiales se tienen que resumir en dos frases, cuasi-telegráficas:
Arafat ha muerto ?stop? Reacciones ?stop? Chirac apenado ?stop? Bush no dice nada ?stop? Pasamos a los deportes ?stop? Raul tiene un resfriado ?stop? ¡Horror!
Escuchando una desternillando conferencia del abogado David Bravo durante el Hackmeeting de Sevilla (Accesible, «aquí«), dice David que las redes p2p, y por lo tanto Internet, han dado a mucha gente la ocasión de tener acceso a la cultura y aumentar sus horizontes, dejando atrás la televisión y sus limitaciones. Nos es que yo diga que todo aquel que sólo use la televisión como fuente de información esté condenado a la ignorancia, no, pero tiene muchas papeletas en el sorteo. Aunque la televisión fuera en sus inicios una manera de ver cosas que no podrías ver, de acceder a conocimientos y culturas lejanas, hoy por hoy ha perdido esta novedad y se ha convertido en una especie de “comida rápida”, barata, accesible para todos, pero muy muy poco nutritiva. Cual hamburguesa “BigMac”, te da nutrientes para vivir, pero usada como única fuente de alimento, te puede matar. Te da los titulares, pero casi nunca profundiza.
Por eso me asombra la campaña gubernamental para “eliminar la telebasura”, es algo así como intentar convertir un McDonalds en una restaurante de cinco estrellas recomendado por la guía Michelin. Se podría hacer, pero necesitaría una revolución total, una destrucción con reconstrucción desde los cimientos. O sea una utopía. ¿Van a eliminar la publicidad de la televisión pública? ¿Van a eliminar los “reality shows”? ¿Van a gastarse el dinero en comprar programas culturales “no aburridos” (o sea, los caros)? ¿Van a dar libertad de opinión y de información aunque eso vaya en contra de los intereses del gobierno? Lo dudo mucho.
Llevas toda la razón.
P.d. La expresión de «mi alemán era bastante miserable» me ha encantado
P.d. Creo que de ahora en adelante expresaré de esa forma el inglés de Ansar: miserable
Un saludo