Nunca ha dejado de sorprenderme esta especie de gregarismo cuasi-bovino que desprenden los grupos de personas que van o vienen del fútbol. Como la oveja, al formar un grupo de número aceptable —léase rebaño—, se consideran ungidos por una «razón superior». El ir o venir del fútbol les proporciona una serie interminable de nuevos derechos que individualmente no poseían. Ajenos a cualquier norma, ya fuera legal o de educación básica, como Fraga, «la calle es suya». El resto de la especie humana somos estorbos en su camino, nuestra mera existencia como espectadores no-participativos, es molesta. Les quitamos un hueco del transporte público, no coreamos sus cánticos, leemos, e incluso osamos mirarlos sin una sonrisa beatífica en los labios. ¡Graves pecados!
La calle es suya
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El fútbol tiene unción. Es lo único que masificado no tiene pare, los fanáticos del fútbol son los únicos seres humanos que se permiten, cuando no les gustó el resultado o la actuación de árbitro o del director técnico, destrozar todo lo que encuentran en el camino incluyendo a las personas. Tan válido es esto en algunos países que cuando se ve que esto ocurre lo único que se puede hacer es ponerse a salvo por propia cuenta. Siendo este deporte algo más en la vida debería ser tratado así, como algo más en la vida y no darle tanta piola como todos los medios de comunicación lo hacen, claro que tiene una explicación, el fútbol por hoy es otra inversión económica a gran escala, grandes intereses obligan a grandes promociones.
soy de mexico y kiero decirles ke veo su programa y opino ke el sapito es un payaso pero aun asi me cae bien y sin el su programa no seria el mismo saludos