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Ciencia, ¿Para qué?

Que la ciencia en España no es una prioridad de estado es algo que no tiene duda posible. Salvo operaciones de maquillaje político en forma de centros de investigación para inaugurar entre timbales y discursos floridos, el problema de fondo sigue incólume, intocado e inexplorado por los gobiernos de distinto signo. La ausencia de una carrera científica que merezca tal nombre, la endogamia y el amiguismo que anida en las universidades y el CSIC, el presupuesto irrisorio (tanto público como privado) en investigación y desarrollo, el desperdicio de decenas de miles de investigadores que tienen que dejar de hacer ciencia por falta de expectativas… Y un larguísmo etcetera.
Una de las operaciones maquilladoras que más momentos de gloria dio a nuestros políticos es el programa “Ramón y Cajal”, un sistema de contratos quinquenales que se vendió como la panacea para frenar la famosa “fuga de cerebros” y traer de vuelta al suelo patrio a los científicos españoles en el extranjero.
Como todo plan de maquillaje sin una política seria de fondo, ha pasado de sueño a pesadilla. Se acaban los contratos de los primeros “cajales” y muchos de ellos tienen, otra vez, y ante la ausencia de oportunidades en su país, que volver al extranjero a hacer lo que saben o quedarse en España y cambiar de empleo.
Uno de éstos casos ha llegado a las páginas de el El País, «Me despido, harta de ser un problema«:

«»Me marcho a los Estados Unidos. Tengo allí un tenure track [puesto que se convierte en permanente si la evaluación del candidato es positiva], o sea, lo que nos prometieron aquí hace cinco años, y me dan dinero para investigar (más para dos años del que se da aquí para un grupo de cinco personas en tres años), dos laboratorios y la posibilidad de tener estudiantes. (…) La permanencia me la podrán conceder antes de los cinco años, en consideración a mi currículum vítae». Así empezaba la carta de Contel.
(…)
Con un contrato a punto de acabar y sin una acción clara por parte de la Universidad de Zaragoza respecto al futuro de sus cajales, Contel optó por buscar fuera, y le fue bien. Finalmente, su universidad sí estabilizará a sus cajales, pero para Contel la decisión ya estaba tomada. «Aquí parece que tenemos que dar las gracias por trabajar. Nosotros hemos sido evaluados como mínimo tres veces en cuatro años, y no puedes tener a gente constantemente preocupada por buscar plaza en el mejor momento de su carrera científica. Tengo ganas de dedicar mis energías a investigar. Y estoy cansada de oír que somos un problema, en vez de un potencial humano con un gran currículo».»

Un testimonio entre miles.

2 comentarios en «Ciencia, ¿Para qué?»

  1. Lamentablemente cierto … pero bien que nos gastamos la pasta (que no hay para investigación, entre otras cosas) en desfiles y espectáculos dantescos de todo tipo … pensad en lo que nos va a costar el «papa» de marras …
    Menos mal que solo nos visitan las «figuras» del catolicismo … si nó ibamos apañados.

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