El Partido Popular ha asumido una grave responsabilidad al convocar la manifestación de mañana, que significa sacar de las instituciones y llevar a la calle una de las controversias más emocionales y enconadas que ha vivido la democracia española en materia de lucha antiterrorista. Sus líderes se han colocado en una situación de esquizofrenia política en la que deben desautorizar el discurso y las actitudes de los mismos extremistas a los que, por otro lado, están facilitando un vistoso escaparate y una inmejorable rampa de lanzamiento.
Una fuerza política con representación parlamentaria y que controla una parte sustancial del poder municipal y autonómico no puede llamar a la rebelión callejera, ni aun calificándola de «cívica», porque es tanto como declarar que las instituciones democráticas en las que participa o en las que gobierna han dejado de servir.
[«La devaluación de las instituciones»:http://www.elpais.com/articulo/opinion/devaluacion/instituciones/elpepuopi/20070309elpepiopi_1/Tes#EnlaceComentarios] (El País)
[«Viñeta de Forges»:http://www.elpais.com/recorte/20070309elpepivin_1/XLCO/Ges/20070309elpepivin_1.jpg].