Magnífico artículo de Rosa Montero en El País, [«La enfermedad moral totalitaria»:http://www.elpais.com/articulo/paginas/enfermedad/moral/totalitaria/elppor/20070408elpepspag_12/Tes], fragmento:
La vida de los otros, del principiante Florian Henkel-Donnersmerck, debería ser proyectada en los colegios. Es una obra maravillosa capaz de reflejar el horror de una dictadura totalitaria, en este caso la de la República Democrática Alemana. Y ese horror está explicado sin excesos, sin torturas, sin recurrir a los trazos gruesos, con la mera exposición de la perversión del sistema, de la absoluta falta de libertad. Con el agravante de que todo eso, toda esa aberración social y esa pena negra, se enmascaraba bajo un mentiroso manto de bellísimas palabras e intenciones, bajo la excusa de la revolución, del bienestar de los pobres y de la justicia. El totalitarismo de izquierdas es una repugnante enfermedad moral. El de derechas también, naturalmente, pero eso es algo mundialmente admitido: nadie discute el carácter patológico del nazismo. Y, sin embargo, ¡cuántos izquierdistas siguen añorando, disculpando y mitificando los infiernos de las dictaduras populares!
El perfecto ejemplo de esta ofuscación ética es el caso de Cuba. La verdad es que no consigo entender cómo personas que en todo lo demás se muestran sensatas, y que parece que son buena gente, y que denuncian con vigor los abusos que se cometen en otras partes del mundo, son capaces de perder de repente todo criterio y de ponerse a justificar los mismos abusos si suceden en Cuba. ¿Qué se están jugando para cegarse así? ¿El narcisismo de dividir el mundo entre buenos y malos y de adjudicarse a perpetuidad un puesto entre los primeros?