Parece que a la casa Real no le gusta nada que salgan a la luz pública fotos de sus «eventos privados», y menos si se puede ver a nuestra presentadora de telediarios favorita rodeada de teócratas. Si que son maniáticos, aunque con su queja han conseguido que la foto de marras salga hasta en la sopa y que los cotillas monárquicos se cabreen por considerar un agravio la ocultación de las actividades de uno de sus ídolos.
Triste país donde que los máximos representantes del estado
(esperemos que por poco tiempo) se reúnan con un verdugo, le regalen un caballo a costa del dinero de los contribuyentes y le impongan condecoraciones, no levanta la más mínima polémica, pero que su princesita de cuento salga o no salga en fotos levanta ríos de tinta. ¡Qué asco!
Lo del caballo tiene cojones…