Si hay algo aparte de la religión que ha hecho de este mundo un lugar donde las posibilidades de ser feliz son casi nulas para miles de millones de personas, eso es el patrotismo. Sigamos con el bueno de «Ambrose Bierce«, que ya puso el dedo en la llaga hace mucho tiempo:
Patriota, s. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de políticos e instrumento de conquistadores.
Patriotismo, s. Basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso. En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el último recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexicógrafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el primero.
La patria, la patria… ¿Qué narices es la patria? ¿sirve para algo la patria? ¿se puede amar a la patria de verdad? «No creí que hablaran realmente en serio«, pero se me olvidaba que la lista de idiotas que quieren a su patria con locura es larguísima en todos lados, y en este país cada esquinita está llena de patriotas desaforados. Uno de estos, acaba de escribir letra «al himno» que el «Comité Olímpico Español» quiere proponer como oficial para el estado español, deliciosamente caduco:
¡Viva España!
Cantemos todos juntos
con distinta voz
y un solo corazón.
¡Viva España!
Desde los verdes valles
al inmenso mar,
un himno de hermandad.
Ama a la Patria
pues sabe abrazar,
bajo su cielo azul,
pueblos en libertad.
Gloria a los hijos
que a la Historia dan
justicia y grandeza
democracia y paz.
Vaya cursilada… Ya os digo yo por donde podéis meteros la patria…
… donde no brilla el sol, ahí se la pueden meter.